Stoner

12 de noviembre de 2012

La literatura entra dentro de la categoría de arte y las artes, por mucho que los iluminados que dominan el mundo (o no) quieran convencernos de lo contrario, están indefectiblemente unidas, cuando no sometidas, a la subjetividad de los gustos. Es decir, hablar de algo bueno o malo, per se, técnicamente no responde a criterios demostrables. No debería. Si nos parásemos a hacerlo, lo de diseccionar las obras buscando los elementos tangibles que como vísceras ponderables pueden ser equiparables a otros “productos”, estaríamos haciendo algo que en el fondo sería absurdo.

No lo voy a hacer pero si que diré que el libro que me acabo de leer me ha gustado mucho y que me parece muy bueno y que me apetece dejarlo por escrito, para esas generaciones futuras que jamás posarán sus retinas en esta humilde bitácora. Un libro de esos que no sabes cómo llega a tus manos pero que tardará lustros en evaporarse de la memoria. Se trata de Stoner, escrito por un novelista tejano, ya fallecido, del que no conocía nada. Un día, andando por la feria del libro, vi la horrorosa portada de la edición española y un click se despertó en mi cabeza como si debería conocer aquello que estaba viendo. Traté de estrujar las meninges pero no me venía nada. Pensé que era alguna novela negra que alguien me había recomendado o algún nombre anotado mentalmente que habría leído en mis escarceos por los blogs del ciberespacio pero después comprobé en casa que tampoco era eso. Ni una cosa ni la otra. Aun así lo compré.

Y me alegro mucho de ello porque es de esos libros que me he leído prácticamente del tirón. Lo curioso del caso, y por lo que me parece digno de mención, es que es un texto de una sencillez abrumadora. La historia mil veces contada de un tipo que encuentra un trabajo, se casa con la mujer que quería, le salen cosas bien y mil, ninguna de ellas de especial trascendencia, se jubila y se muere. No puede haber un argumento más simple y falto de atractivo. No puede haber un desarrollo más creíble, sincero y natural. Un personaje construido sobre espacios comunes sobre el que es tan fácil sentir empatía como distancia. Identificación y repulsa. Una ensalada de acciones que no por inconcebibles o imperfectas son perfectamente aceptables como ciertas. Lo histriónico del asunto es que aquello que le pasa a Stoner es poco habitual en las novelas pero probablemente bastante común al otro lado de las páginas. En el mundo que tocamos y sentimos. Con sensibilidad contenida y emociones con cuentagotas, el señor Williams traza una historia que se clava como alfileres finísimos que hacen daño sin apenas dolor. Un Gran libro.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Aprovecho este espacio tan insólito para mi, para pedirte que me dejes esta joya de la litera (confio pletamente en tu criterio). Si está en el idioma del autor, te recuerdo que se acercan una fechas muy propicias para hacer un buen regalo a las personas que te quiren y que te siguen gustosa y fervientemente en todas tus facetas.
Un sincero placer. "Tu brother".