Abededario

13 de octubre de 2009

El plan educacional que impera en el País Vasco distinguía hasta hace poco (no sé si seguirá igual o habrá “evolucionado”) tres módulos diferentes en función obviamente del grado de castellano que se incluya en el mismo ya que como todos sabemos la presencia del castellano, en uno u otro sentido, suele ser últimamente lo más importante para cualquier plan educativo. En su día se decidió con bastante lógica nombrar dichos módulos con las tres primeras letras del abecedario, a saber: A, B y D. Si, así es, no vuelvan a leerlo. Aunque pueda parecer que se trata de una cruel errata no lo es y la maltrecha letra C se ha omitido a conciencia para ser coherente con la contemporánea versión oficial de un mundo en el que se dice que el Euskara, un idioma milenario que ya existía antes de que los romanos llegaran a esta bendita península con su latín y sus caracteres latinos, no tiene letra C. La letra C no existe en Euskara igual que tampoco existe la letra V o la CH.


Me acordaba de todo esto esta mañana cuando venía leyendo las páginas de “Zalacain el Aventurero”, obra magna representativa de aquella serie de novelas que el excelente autor vasco Pio Baroja quiso dedicar a su tierra natal porque en esa novela, escrita en 1909 bastante entrado ya el siglo XX, se escribían los muchos pasajes que aparecen en euskara en el libro (vascuence lo llamaba él) con las letras C, la V y CH incluidas sin que ninguna de ellas pareciese por entonces proscrita. Manuelacho escasyozu barcasiyua andresi (manuelita pídele perdón a Andrés)


El euskara es una lengua milenaria cuyo origen no termina de quedar claro ni de poner de acuerdo a los expertos pero que como se ha demostrado y es fácil comprobar tiene muy pocos rasgos comunes con las lenguas vecinas. Sin embargo e irónicamente (para algunos) las primeras muestras escritas que quedan registradas en la historia de este idioma se encuentran en el mismo sitio que las primeras muestras en lengua romance (origen del castellano), incluidas en las famosas Glosas Emilianenses de principios del siglo XI. Entre las más de mil glosas escritas que componen el valioso manuscrito (la mayoría de ellas en latín) encontramos unas apreciadísimas acotaciones escritas en romance pero también un par de ellas en Euskara medieval: jzioqui dugu (hemos encendido) y guec ajutuezdugu (nosotros no nos arrojamos). La letra C, como se ve, era por entonces de la partida como no podría ser de otra manera. Tanto el castellano como el euskara eran entonces idiomas hablados de transmisión oral sin alfabeto propio ni tradición escrita y por tanto necesitaban de alguno de los alfabetos aceptados entonces para representar el idioma en un papel y con toda lógica tomaron el alfabeto latino, que es lo que se conocía en la época, para tomarlo tal y como venía sin cortapisas ni censuras. ¿Quién necesitaba hacer ninguna distinción o matiz respecto al alfabeto latino? ¿Por qué razón?


Es la misma razón por la que Pio Baroja y sus predecesores emplearon varios siglos después el mismo alfabeto conocido en la zona, el latino, para escribir en el idioma de su lugar de nacimiento. Un idioma que ya en el siglo XX y a diferencia del castellano, seguía sin tener muchas muestras escritas (las pocas existente eran obviamente con alfabeto latino como los cuatro poemas escritos en el siglo XVIII por Joan Batista Gamiz: Euscaraz gaiztoetan, Dabilcenchoac, Veste bat ere bai arendaco y Veste tunucho berri bat). El euskara seguía siendo en los inicios del siglo XX un idioma fundamentalmente de supervivencia oral y casi exclusivamente arraigado a las zonas más agrestes y recónditas de la propia geografía vasca y navarra, sitios con una alfabetización y desarrollo bastante retrasados.


¿Pero entonces cuando desaparecen la C y la V y la CH y por qué lo hacen?


El origen de la Real Academia de la Lengua Vasca es tan primitivo como el año de 1919 y por alguien de rancia y extensa tradición euskaldun como fue Alfonso XIII. Obviamente estoy haciendo uso de la sarcástica ironía pero es “curioso” como el primer intento oficial por proteger, respetar, estudiar y fomentar la preciosa lengua vasca venga de la mano de un ilustre maketo y encima Borbón. Inconcebible. No creo que muchos jarraitxus o gudaris contemporáneos conozcan este dato, probablemente se habrá borrado de la memoria colectiva o simplemente lo “entenderán” de otra forma porque al fin y al cabo, ¿quién necesita conocer el pasado para escribir la historia? El caso es que incluso después de esta fundación (en principio sin carácter político asociado sin más a proteger y estudiar la lengua) e incluso en los escritos del carismático fundador del PNV, de la ikurriña y del nacionalismo vasco, Sabino Arana, se puede apreciar a la hora de escribir en vasco la clásica tipografía latina (que no española como más de algún activista parece querer dar a entender) con C, V y CH por doquier.


En 1968 nace el Euskara Batua, un intento oficial y oficialista de unificar los múltiples dialectos de euskara que existen en las zonas vasco-parlantes y que tradicionalmente presentaban sustanciosas y significantes diferencias entre ellos. A pesar de las numerosas críticas que este loable intento recibe por parte de los sectores más radicales el “nuevo” idioma y sus reglas parecen estandarizarse e imponerse poco a poco en administración y organismos como el euskara oficial. En el año 1976, apenas un año después de la muerte de franco, la academia de la lengua vasca recibe el título de Real Academia de la lengua Vasca (de nuevo la monarquía abrazando “la causa”) pero la primera gramática no llega hasta 1980. Es en esos pocos años cuando desaparecen las letras c, ch y v del Euskara oficial como si nunca hubiesen existido en España, ya que en Francia aun hoy todavía se pueden seguir viendo muchas cosas escritas con esas mismas letras.


Evidentemente la desaparición de determinadas grafías (que no sonidos o acepciones o registros orales) no se debe a ninguna razón natural o histórica y sólo obedece a una decisión política que como casi siempre mal interpreta ese concepto de identidad potenciando (o creando directamente) las diferencias y vinculando el éxito personal con el fracaso del que te rodea. La desaparición de determinadas letras sólo obedece al intento desesperado del nacionalismo excluyente (y perdón por la redundancia) por separarse lo máximo posible de aquello que se supone tiene que detestar para que tu causa tenga sentido.


Afortunadamente cuando yo estaba inmerso en esto de los planes educativos el subconsciente colectivo asimilaba que lo importante de aprender es fundamentalmente “el qué” por encima de “el cómo” y gracias a ello aprendí a valorar y disfrutar del talento de las personas sin reparar demasiado en el lugar geográfico con el que dieron con sus huesos en este mundo. De esa manera descubrí a Pio Baroja y sus paisajes vascos y eso me llevó a plantar la semilla con la que descubrir una tierra que me apasiona y que adoro. Lo curioso del caso es que este nuevo orden mundial del fariseísmo y las verdades maquilladas hace que hasta un escritor vasco como Pio Baroja ni siquiera sea considerado en algunos círculos, no precisamente minoritarios, como un verdadero escritor vasco.




PD. He tenido la curiosidad de buscar un traductor on-line castellano-euskara y mirado la traducción de "abecedario".  El resultado ha sido: "alfabeto".

Sin embargo abezekiro significa "en orden alfabético". ¿No debería ser abedekiro?



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