Discriminar nunca es positivo

28 de septiembre de 2009

Escuchaba el otro día, no recuerdo donde, al respecto de la nueva ley del cine que aplicará la mal llamada discriminación positiva y que obliga a que el 50% de los guiones de cine tengan que estar escritos por mujeres. Nunca entenderé esta corriente de fariseísmo barato que paradójicamente viene presuntamente de personas con un alto concepto sobre la igualdad o la libertad ni esa, al parecer incontenible, necesidad por parte de las torpes entidades reguladoras de poner muros en el mar para salvar a las ballenas sin darse cuenta de que las ballenas también se estrellan contra los muros.


Evitaré el recurso demagógico de cuestionarme la razón por la que los guiones tengan que ser por cojones de mujeres y no de turolenses, calvos, periodistas independientes, aficionados al Atlético de Madrid, subsaharianos o demás colectivos marginados porque tan estúpida es una cosa como la otra. Me limitaré primero a decir que la discriminación, por mucho apellido eufemístico que tenga, siempre es en contra de alguien y después a recordar la definición que la DRAE da a la acción de discriminar en cualquiera de sus acepciones: 1/ seleccionar excluyendo (como todo el mundo puede entender algo muy coherente con pregonar la igualdad y la libertad) y 2/ Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. ¿Se justifica de alguna manera coherente con la libertad y la democracia dar trato de inferioridad a alguien, por muy hombre que sea?

Si es cierto que la mujer está tan discriminada como dicen en el mundo del cine (que no lo dudo viendo la calidad humana y profesional del cine oficial y teniendo en cuenta en manos de quien está) algún listo de estos debería buscar las causas reales y atajarlas desde el principio en lugar de premiar la mediocridad. Se debería buscar y potenciar el talento en lugar de equilibrar la negligencia y la estupidez. Si alguien rechaza un proyecto cualquiera por el simple hecho de que este firmado por una mujer habría que penalizarlo de forma categórica, pública y aleccionadora pero no culpar a todo el género masculino de la existencia de unos cuantos cafres. Habría que plantearse también cómo y por qué han llegado esos cafres a ocupar posiciones tan críticas porque me temo que eso es también parte importante del asunto. Si el problema resulta que es más amplio y está en el subconsciente colectivo habría primero que plantearse las causas de que sea así (que no creo que tenga nada que ver con las subvenciones) pero también habrá que sacar a la humanidad del error a base de educación y argumentos en lugar de con medidas represoras. ¿A qué estamos jugando? ¿Hemos olvidado de dónde venimos? De otra forma estaremos siempre en la casilla de salida y lo único que habrá cambiado es el color de la desigualdad.

Lo que sí que no me parece de recibo en ningún caso es tratar a las mujeres como disminuidos intelectuales que necesitan una discriminación para llegar a sitios donde su talento no llega. Si yo fuese mujer estaría incluso mucho más indignado de lo que estoy. Tan triste es que el talento no llegué donde se merece por culpa de ser mujer como que la mediocridad llegue donde no se merece por las mismas causas.

1 comentarios:

Samuel Tristán dijo...

'We don't necessarily discriminate. We simply exclude certain types of people.'
-- Colonel Gerald Wellman, ROTC Instrutor