¿MADURAR?
El otro día un conocido mío (de esos que tengo la mala suerte de conocer) me dijo durante una de esas elocuentes charlas que tengo contra la pared, que es a lo que se reducen las amenas reuniones con estos especimenes, algo simplemente demoledor: madura.
¿Qué significa madurar?
Para aquel prototipo de la “calidad de vida” tiene un significado muy claro: dejar de hacer todo aquello que se sale de lo que el mundo bienpensante y la ecuánime sociedad decide que debe hacer un ser adulto. Dejar de hacer todo aquello que puede resultar un problema o simplemente una incomodidad para está sociedad tan perfecta en la que respiramos, cagamos y morimos. También se incluye todo aquello que su estúpida mujer le dice que no haga por el simple hecho de que ella decide que no tiene que hacerlo.
Mi amigo ya no juega al fútbol los domingos porque ha madurado. Lo que hace ahora es quedarse en casa con su querida esposa y su querido bebé viendo por segunda vez en la semana “mira quien baila” en su nueva pantalla de plasma de 120000 pulgadas y a través del nuevo sistema “80 punto uno Dolby surraun” que se han comprado. “Claro que me gustaría jugar al fútbol”, me dice con pasión, “pero es que no puedo”. Yo supongo que la actividad que realiza durante esas dos horas dominicales es no sólo absolutamente vital para la cohesión familiar y la educación sociológica de su hijo sino que le supone infinitamente más satisfacción que ver por primera vez en los últimos 12 meses a sus otrora mejores amigos.
Mi amigo ya no lleva nunca el coche sucio.
Mi amigo ya no se compra discos ni le interesa la música como antes porque ha madurado. Antes le apasionaba, le servía de refugio espiritual, escribía sobre ello y le dedicaba el tiempo que no tenía. Ahora simplemente no tienen tiempo. “Claro que tengo interés, pero no puedo”. Ahora solo tienen tiempo para ganar dinero y para quejarse de que no tiene tiempo. El otro día quería estrenar su recién instalada línea de alta velocidad de 160000 millones de megas por segundo bajándose un disco de la red (es decir, robándolo) pero se sentó delante de su portátil de pantalla táctil y se preguntó: ¿Qué me bajo? Como no tenía respuesta decidió bajarse los 900 discos que encontró. No creo que encuentre tiempo para escucharlos pero eso da igual. Estaba feliz con lo rápido que marchaba su ADSL. Es un tipo maduro.
Mi amigo ya no llama porque no entiendo sus excusas. Me llama inmaduro.
Mi amigo ya no ve las película que yo veo porque dice que bastantes desgracia tiene que sufrir él en la vida como para tener que esta sufriendo en el cine. Yo creo que nunca he sufrido en un cine sino todo lo contrario pero debe ser que yo no soy maduro.
Mi amigo siempre lleva la misma emisora sintonizada en el coche.
Mi amigo que amaba Madrid y defendía su ciudad hasta la muerte ahora le agobia y dice que es inhumana. Ha madurado. Ahora pasa unas 3 horas al día en el coche para ir y volver del trabajo desde su bonita casa con piscina. Lamentablemente la piscina esta cerrada cuando llega. Desde su ventana solo se ven más casas y la cúpula del centro comercial pero él sabe que los árboles están muy cerca. Lo nota cuando respira a través del aire acondicionado de su casa. Me dice que se fue a vivir allí por el bien de su hijo cosa que entiendo perfectamente puesto que él y yo, chicos de ciudad desde que nacimos, hemos salido enfermos, delincuentes y completamente gilipollas por ello.
Mi amigo ya no llora. Dice que eso es de inmaduros como yo.
Mi amigo ya no ríe.
Mi amigo ya no es mi amigo.
21 de marzo de 2006
Por
milno brion
en
12:02
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2 comentarios:
Chaval, yo voy a ser tu amigo porque cada vez me gusta menos ser mayor. Y aunque creo que voy rejuveneciendo por dentro, la espalda cada vez me duele más.
El lunes comentamos lo poco que nos gusta trabajar y ya te paso algún disco de los 12 que me he comprado esta semana.
Aúpa ahí.
Abajo la diplomacia.
Hoy el camarero del bar donde desayuno a diario me ha dicho que no se debe anteponer la ideología a la amistad. He tratado de explicarle que no es una cuestión de rojos o azules, derecha o izquierda, sino de coherencia y honestidad. Si ellos son capaces de engañarse a si mismos para poder vivir sin sentimiento de culpa ¿cómo no van a tratar de engañarme a mi?.
Un saludo.
La otra mirada.
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