Banderas, colores, ciegos.

8 de septiembre de 2010

Reconozco que llevo fatal eso de la asunción semiótica por defecto tan propia de las civilizaciones occidentales avanzadas. Si, esa asimilación y extrapolación al todo simplemente por los símbolos que portas. Me explico. Voy al quiosco y un señor me ve comprar La Razón o El País. Según sea uno u otro periódico, pero inevitablemente, el señor en cuestión “sabrá” (o creerá saber, que para el caso es lo mismo) a quién voto, que emisora escucho, que pienso del cine español, de los sindicatos, de la educación pública, de la guerra de Irak, del aborto, de la religión, de los nacionalismos, de Obama, de la energía eólica, de la memoria histórica, de la definición de matrimonio, del medio ambiente, de Federico Jimenez Losantos y de otras muchas cosas que cualquiera puede suponer. Puede incluso que a partir de ese momento y sin abrir la boca les despierte simpatía o les resulte odioso. ¿Verdad que no es nada descabellado esto que digo?

¿Verdad que es escalofriante?

La verdad es que en mi caso al menos el señor no acertería mucho. Han podido verme comprar cualquiera de esos dos periódicos (y otros muchos) pero la única adhesión incondicional e irracional que profeso desde hace tiempo reconozco que es exclusivamente para con el Atlético de Madrid. En lo demás depende. Hace tiempo que por ello no soy capaz de votar en unas elecciones. En parte porque este sistema pseudodemocrático me parece injusto y no me convence pero sobre todo porque no encuentro ninguna opción que represente medianamente mi forma de pensar (ni creo que todo el mundo de un partido tenga que responder a todas las preguntas de la misma manera). Esta anécdota, aparte de hacerme aparecer como friki nihilista para una gran cantidad de estrechos de mente, me hace también tener verdaderos problemas de identidad como miembro activo de la sociedad. Me paraliza. Me aísla. Me aparta.

Estoy en contra de todas las guerras. Todas. Kuwait, Iraq, Afganistán, Yugoslavia,… No he sido sin embargo capaz de manifestarme en contra de ninguna porque por alguna razón, seamos serios, las manifestaciones no eran en contra de la guerra sino a favor de quien las convocaba y de los que aparecían en la foto en primera fila. De la misma forma se han tratado y se tratan todas las manifestaciones de cualquier color. Desde la lucha antiterrorista, hasta el concepto de familia. Desde los vertidos de crudo a la ley del aborto.

Cualquiera que lea esto que escribo por aquí tiene fácil saber lo que opino de muchas cosas y en concreto de la reforma laboral. Es evidente que estoy en contra y parece evidente que debería apoyar la huelga general pero no lo tengo tan claro y no lo tengo tan claro porque el éxito de la manifestación será el éxito de los que sujetan las banderas que aparecerán en la foto cosa que no me agrada. Allí aparecerá un señor que hace un par de días insultaba gratuitamente y sin motivo alguno al equipo de mis amores (todo un ejercicio de tolerancia para alguien que luego dice eso tan tonto de "compañeros y compañeras") y un señor (el mismo) que lidera una organización que a escasos días de la huelga no sabe contra qué ni contra quién se manifiesta. Basta ver como lo publicitan para que a cualquier ser racional le den arcadas. No lo sabe, no lo quiere saber, o lo sabe pero tiene que actuar en contra de lo que supone que piensa por razones de política interna. No sé qué opción me parece más asquerosa y repugnante. No digo que todos sean iguales (me consta que no lo son) pero este (estos) estarán ahí. Los primeritos.

Servidor no tiene vocación de masa que se suma ciego a ninguna fila y mucho menos a una fila encabezada por un tipo con el que no está de acuerdo así que como otras tantas veces y hasta que llegue el día en el que los seres humanos seamos dueños libres e independientes de nuestros pensamientos sin tener que abrazar ninguna bandera masiva me temo que tendré que manifestarme en la soledad de mi solitaria bitácora. Por lo mismo pero en otro sitio.

No a la reforma laboral.

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