Historias de la reforma laboral. Paco el ingeniero.

17 de junio de 2010

Paco es un ingeniero de brillante expediente que trabaja en una empresa de ingeniería haciendo proyectos para las grandes empresas energéticas, un sector en el que las compañías llevan décadas multiplicando sus beneficios. Su empresa, sin llegar a los números de sus clientes, también es capaz de dar rentabilidades por encima del crecimiento normal del país o al menos así era hasta hace dos años. El sueldo de Paco lleva sin embargo diez años subiendo al mismo ritmo del IPC (en algunos ejercicios incluso por debajo) aunque ello no es óbice para tener que trabajar más de 40 horas semanales, llegar a su casa a las mil, desplazarse a países peligrosos en condiciones ambiguas, no poder tomarse más de dos semanas seguidas de vacaciones y llevar una blackberry disponible las 24h del día. Paco ha intentado cambiarse de empresa muchas veces lo cual es tremendamente difícil por la cruel razón de que hay más demanda de empleo que oferta pero es que además cuando lo ha conseguido se ha encontrado básicamente con las mismas condiciones consiguiendo pequeños beneficios (algo más de sueldo) sólo a base de renuncias sociales (renunciar a la jornada continua, salir del convenio, echar más horas gratis, exclusividad,…). Todo eso hace que aun siendo visto por la sociedad como un privilegiado y por el gobierno como un “rico” apenas pueda ver a sus hijos a diario y estos desgraciadamente tienen que criarse con los abuelos, los tíos o quien sea que pueda acudir en ayuda ya que su mujer tiene también que trabajar para entre los dos poder pagar la brutal hipoteca a 30 años, el colegio concertado de la niña que a pesar de supuestamente ser concertado resulta que hay que pagar de extranjis (se quedaron fuera de los colegios públicos por tener nóminas de empresa auditables y no tener el cuajo ni los amigos necesarios para engañar a la administración como es habitual), la guardería del pequeño (como los dos tienen nómina y no son autónomos es imposible entrar en una pública), la gasolina del coche necesaria para llegar a un puesto de trabajo localizado en un sitio fuera de la ciudad y sin transporte público, además de otra serie de “lujos” para ricos.



Paco está preocupado porque a pesar de llevarse bien con todo el mundo el ambiente en el trabajo es cada vez peor dadas las condiciones leoninas y desequilibradas de los que allí están y porque los proyectos se tienen que hacer cada vez en menos tiempo y con menos dinero. Curiosamente y a pesar de ello tanto su cliente como su empresa siguen aumentando los beneficios año tras año. Paco sabe que eso de hacer las cosas mejor y en menos tiempo es ley de vida pero mientras los ingleses, americanos, alemanes,… que trabajaban en lo mismo decidieron en su día apostar por la especialización, el valor añadido, la formación y la calidad como elemento diferenciador que les hiciera competitivos con países emergentes que competían en precio con ellos (España en los años 90 por ejemplo) en España, que somos diferentes, se decidió apostar por lo rápido que es seguir igual pero rebajar los costes (peores empleados, sueldos más bajos, más horas pagando lo mismo,…) y seguir compitiendo a base de tarifas bajas. La aparición de países emergentes con niveles de vida muchos más bajos que el nuestro pero de similar capacidad técnica hacen ahora la situación cada vez más crítica porque ellos siempre harán lo mismo y más barato hasta que nuestros niveles de vida se equiparen. Al gobierno todo esto le dio y le da igual y de hecho unos y otros se dedicaban a sacar pecho como locos de lo bien que se vive en este país y lo listos que somos.



Paco está preocupado todavía más porque se ha dado cuenta de que la situación es crítica. Las grandes petroleras en este país han decidido no invertir para mantener sus beneficios y las empresas que viven de ello se han quedado sin su ración de leche en polvo. Es más, las que si ponen algún dinero parece que prefieren gastarlo con empresas de otros países puesto que las españolas han dejado de ser competitivas al tener como único elemento diferenciador el precio por hora de ingeniería que ofertaban que resulta que ya no es tan barato o al menos tan barato como otros que hacen lo mismo de la misma forma. Algunas empresas del tipo de las que trabaja Paco se plantean salir fuera de España pero se dan cuenta de que saben hacer lo mismo que todos y que la competencia de coreanos, chinos, indios,… es brutal y no tienen nada que hacer. Es tarde además para cambiar o aprender a ser de verdad diferentes. En los únicos sitios donde aparentemente es plausible conseguir trabajo las condiciones son tan leoninas que es fácil que acaben incluso perdiendo dinero.



Pero Paco está también contento porque el gobierno va a solucionar el problema haciendo una reforma laboral de forma que la contratación sea más “ágil” y el despido más sencillo y barato. Tal y como está la situación Paco duda de que su empresa se atreva a contratar a nadie sin tener trabajo, que es exactamente lo mismo que hacían antes de la reforma laboral, pero no tiene ninguna incertidumbre al respecto de lo que va a ocurrir en los próximos meses. Ese rumor que se escuchaba últimamente en los pasillos de que se quería despedir al 5% de la plantilla y que no se llevaba a cabo por el alto coste de la operación se va a confirmar como un hecho fehaciente al ser ahora más barato. Sin duda será una medida que afectara al beneficio de la empresa que logrará así malvivir otro ejercicio más. Con ese panorama no parece sin embargo probable que aparezcan empresas competidoras en las que pudieran colocarse los señores en paro y poder comprobar así la sutil agilidad para contratar personal que ofrece la nueva reforma.



Si antes, con lo difícil que estaba ya el trabajo en este país y la seria amenaza del despido, Paco tenía que aguantar las estupideces e impertinencias de su jefe, salir todos los días a las 20:00 ocurra lo que ocurra, responder las llamadas de teléfono estando de vacaciones o en fin de semana, contestar mails a cualquier hora, viajar a dónde haga falta en las condiciones que sean, disminuir hasta desaparecer el gasto de la empresa en formación, aceptar subidas por debajo del IPC (al estar fuera de convenio), aceptar trabajos para los que no está preparado, aceptar programaciones que son imposibles de cumplir, asumir más trabajo del que puede hacer incluso con la jornada extendida,… ahora, con la nueva reforma laboral la lista se completará y se ampliará con elementos fuera del alcance de la imaginación humana.





Nota: En EEUU o Australia un ingeniero como Paco sale a las 17:00, cobra un sueldo mucho más alto (desde el punto de vista relativo y también absoluto) y a la primera gilipollez de su jefe se va a otra empresa de la competencia en la que le ofrecerán como mínimo lo mismo. En esas condiciones parece mucho menos preocupante el tema del coste del despido.



Epilogo: Consigue primero la comida y preocúpate después por la cantidad que se pone en cada plato.

3 comentarios:

Jose Luis POP dijo...

Paco es un pringao.
Si es que este país no es para ingenieros ni hostias. Este es un país de constructores y banqueros. Los héroes de la patria.
Lo que habría que hacer es dejar el país en sus manos (quiero decir de manera oficial, porque estarlo lo está ya...) para que puedan recalificar el 100% de los terrenos y convertir toda España, por ejemplo, en una gigantesca Marina D'Or.
Esta es mi propuesta para salir de la crisis.
De nada.

Besos!.

Samuel Tristán dijo...

Paco se parece sospechosamente a usted... Y a mí. Lamentable situación. Y además se ha muerto Saramago.

milno brion dijo...

Personalmente lucho desde hace años por huir de ese personaje (y gracias a Dios me alejo algo aunque no lo suficiente) pero tú y yo somos dos gotas en el océano. La alegoría desgraciadamente es más general y real de lo que parece.

Un abrazo,