SGAE... años 20

6 de mayo de 2009

El mundo parece ahora llevarse las manos a la cabeza por la crueldad extrema de ese engendro mafioso protegido por la mafia política llamado SGAE. A tenor de los medios de comunicación “serios”, en la línea de su particular Ministerio de la Verdad, parece que es la primera vez que esa organización elitista y xenófoba comete una atropelia desde cualquier punto de vista, moral y legal, como es la de cobrar su royalty en un concierto benéfico donde nadie cobra un duro. Señores periodistas, no es la primera vez. Lo hacen siempre. Estas y otras atropelias. No es nada extraño ni particular pero recuerden que esta gentuza, supuestos artistas que llevan años viviendo del cuento, es la misma a la que ustedes les ríen las gracias.

Yo soy socio de la SGAE, porque en este bendito país y gracias a todos los gobiernos que hemos tenido no tengo otra alternativa si quiero recibir las migajas de lo que mis obras generan, así que podría contar de primera voz un buen puñado de anécdotas que definirían perfectamente lo que es la SGAE y para quien recauda el dinero la SGAE pero me centraré en una. Un buen día un amigo mío decidió dar un concierto en un bar suyo, en el que la entrada era gratuita y donde tocábamos nosotros exclusivamente canciones nuestras. Incluso firmé un papel en el que renunciaba a cobrar esa noche mis derechos de autor y ejecutante para no complicar la vida a los dueños. Pues bien, a pesar de todo ello un señor encorbatado de la SGAE se pasó por allí anunciando que tenían que pagar la correspondiente “mordida”. “Mordida” que pagaron, por supuesto, porque enfrentarte a la mafia suele tener consecuencias desastrosas…

Jamás en mi vida he recibido un solo euro por tocar mis canciones en directo. Ni de aquella noche ni de ninguna otra de los cientos de conciertos que he dado.

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