La ecuación energética

15 de marzo de 2011

La terrible desgracia que acaba de sufrir (otra vez) el pueblo japonés ha traído y traerá lecturas, diagnósticos y consecuencias en el resto del mundo. La lectura que yo destaco por encima de otras es la de la solidaridad, el respecto y el grado de señorío de la sociedad japonesa. Impresionante visto desde la España cañí que se sigue colando en la M-30.Los diagnósticos me temo que tendrán que esperar. Las noticias se suceden, los puntos negros se agolpan y los temas en juego son tan complicados y escabrosos que cualquier reflexión que llegue ahora mismo del país del sol naciente me temo que habrá que tomarla con mucho recelo. Lo que sí parece inevitable, al menos en nuestros país, es que se volverá a abrir el melón de la energía nuclear en lo que respecta al debate de su conveniencia o no. Lo malo es que como siempre se hará manejado por los políticos, es decir con demagogia, con intereses personales y sin criterio.

Yo soy un chico de ciencias y por la carrera que una vez decidí hacer he tenido que estudiar con mayor profundidad que la media nacional que es eso de la radioactividad, algo que, ya lo digo de antemano, me aterra. Aun así, a diferencia del 99% de los periodistas, no me sentiría cualificado para hablar en un debate puramente técnico sobre la materia genérica de las centrales nucleares porque no sólo de técnica vive el hombre. Pero tampoco se puede vivir de espaldas a esa misma técnica así que por la misma razón tampoco acepto los argumentos estúpidos y fariseos que leo y escucho de boca de la inmensa mayoría de periodistas, empresarios sin escrúpulos, hippies trasnochados, economistas adulterados o progres de diseño.

El debate de la energía nuclear es un tema excesivamente complicado como para tomarlo con la ligereza con la que los voceros profesionales lo toman y que tiene muchas más vertientes y variables de las que algunos quieren ver. Es un debate plural y global que sólo tiene sentido metiendo todos esos puntos en el mismo saco y tratando de obtener un balance positivo o negativo pero teniendo todos los factores en juego. Generalmente no se puede estar en misa y repicando como tratan algunos de hacer.

La realidad técnica es que la radiactividad es un fenómeno conocido y estudiado con suficiente precisión. Se conoce su origen, sus fundamentes, su potencial y sus límites. No es un elemento mágico incontrolable sino que la humanidad ha conseguido entender su física y construir modelos fiables que reproducen su realidad. Aunque parece obvio no está mal matizarlo porque todavía hay quien cree que estamos hablando de ciencia ficción. Eso si, una cosa es radiactividad y otra cosa son las centrales nucleares que aunque relacionadas no son lo mismo. Las centrales nucleares son, como el resto de centrales de generación eléctrica, sitios donde una turbina movida por vapor que genera electricidad. La diferencia está en que el calor para formar vapor de agua en lugar de obtenerlo quemando cualquier cosa se produce cuando un átomo de una sustancia particular (uranio o plutonio) se fisiona. Es en esa fisión controlada dónde se produce la emisión de radioactividad pero al estar controlada es manejable. Es decir, en teoría, es un fenómeno perfectamente controlado y se conocen los métodos para que una reacción de este tipo no suponga ninguna amenaza para nadie.

Sin embargo a esta realidad técnica y teórica hay que sumarle la verdadera realidad, esa que es imperfecta y que también incluye los accidentes o los fenómenos inesperados. Estas variables también se tienen en cuenta en el diseño de plantas pero puesto que son infinitas, por una cuestión de rentabilidad (e incluso de pura lógica), el nivel de protección de las instalaciones deberá fijarse de alguna forma en función de un criterio que los expertos entiendan suficiente. Un ejemplo real es por ejemplo diseñar la planta para que aguante un determinado factor de seísmo tomando el máximo registro sísmico dado en la zona en los 1oo años anteriores. Eso dará un porcentaje de posibilidad de accidente muy bajo pero evidentemente nunca será cero. Se puede reducir el porcentaje aumentando el número de años a considerar pero eso aumenta el coste e igualmente nunca será cero. Lo mismo ocurre para el resto de valores de riesgos. Al final todo se reduce a la búsqueda de un equilibrio: probabilidad suficientemente baja y coste asumible. Quédense con esta idea del equilibrio porque ahí radica el asunto.

Ahora debería entrar en juego la realidad social. El tipo de vida occidental que las grandes corporaciones y los grandes gobiernos no se cansan de promover, publicitar y admitir como el único posible, ese en el que vivimos que nadie discute y dónde estamos tan contentos, se basa en el crecimiento económico constante y salvaje, crecimiento que sólo es posible con un crecimiento en paralelo y proporcional del consumo energético. Obviar este punto es ser un ignorante, un cínico o un demagogo. Partiendo de la base de que cada vez somos más y de que nadie está dispuesto a renunciar a tener su casa a 24ºC, a ir al trabajo en coche, a vivir en sitios dónde necesitas el coche para todo, a tener iluminadas las calles, a viajar en avión cuando se quiera, etc… es absurdo hablar de un mundo sin energía o con menos energía. Se podrá intentar evitar el despilfarro, se podrá intentar optimizar el consumo pero la realidad es la realidad y ésta es imparable. Personalmente (y lo digo sin ironía) preferiría un mundo sin coches, con menos aviones y con menos necesidades estúpidas que necesitan energía pero en esto también soy minoría.

Asumiendo que necesitamos fuentes de energía y que cada vez necesitamos más, las únicas posibilidades hoy (espero que cambien en el futuro con la fusión o el hidrógeno pero eso no ocurrirá mañana) son hidroeléctrica, renovables (eólica, solar, marina,…), combustibles fósiles (carbón, petróleo), gas natural y nuclear. La hidroeléctrica está explotada prácticamente hasta su límite. Hay centrales donde las puede haber y no puede haber más. Las renovables merecen un capítulo aparte despojado de toda la política, mentira y aberraciones que siempre hay alrededor pero la realidad (que podrán constatar hasta los defensores de esta opción que sepan de lo que hablan) es que además de estar también limitada, dada la inestabilidad de la fuente y las características de la misma es imposible un mundo (tal y como lo conocemos) movido exclusivamente por renovables. Es decir las únicas alternativas, la única posibilidad de completar la demanda que falta (mucha o poca) y la demanda futura que vendrá (mucha o poca) es a través de los combustibles fósiles, el gas o las centrales nucleares. Me gustaría que no fuese así pero así es.

Metamos en juego ahora la realidad particular de cada país que evidentemente no es la misma. Igual que no se puede dar el mismo tratamiento a la energía solar en España que en Noruega tampoco podemos hacer lo mismo con el petróleo que los árabes o los propios noruegos ni en gas que Qatar o Canadá (¡aunque si lo hacemos!). España hoy no tiene recursos fósiles propios reseñables, su carbón es extremadamente malo (hasta el punto que las centrales de carbón subvencionadas por el gobierno utilizan carbón de Sudáfrica), tiene a tope la hidroeléctrica, bastante explotada y en desarrollo (aunque de forma errónea según mi opinión) la opción eólica (la solar, sinceramente me parece una broma tal y como está concebida) y paralizada por ley la opción nuclear. La única opción que tiene entonces para crecer energéticamente de forma masiva es comprando Petróleo o Gas. No es que me guste o no me guste. Es que es así y de hecho es lo que se hace.

Así que esa es la ecuación que tiene que resolver y aceptar este país: E = R + PG + N

E: Es el tipo de país que queremos ser y el consumo energético que necesita. Si estamos en el mundo occidental y lo aceptamos me temo que es un valor creciente en valor exponencial.

R: Capacidad energética de las renovables. Más o menos limitada según las teorías pero limitada en cualquier caso y que crece muy por debajo de E (y por pura lógica cada vez crecerá más despacio porque el viento y el sol que hay es el que hay).

PG: Petróleo y Gas, tan variable como queramos pero externa, cara, sucia (el petróleo que no así el gas). Puesto que el consumo es masivo cada vez habrá menos por lo que será más caro y más sucio. De hecho algún día se acabará y no será una opción. Obviar esto (como hacía algún profesor mío) es también ser un cínico.

N: Nuclear, La más terrible y peligrosa de todas y con riesgos atroces pero a día de hoy la que presenta un coste económico (que no social ni de seguridad) más bajo y potencial para durar muchos años.

¿Qué queremos? ¿Más barato y más peligroso? ¿Caro y limpio? ¿Carísimo y dependiente de los avatares del mundo? ¿Menos y frenar el desarrollo? ¿Menos y asumir otro tipo de vida? ¿Queremos asumir la baja probabilidad de un accidente nuclear (pero que de ocurrir es catastrófico) a cambio de limitar la dependencia energética del exterior? ¿Queremos emplear dinero público, que no se recupera, destinado a que los grandes empresarios que invierten en Eólica para tener una energía más limpia y mucho más cara? ¿Queremos limitar los riesgos nucleares hasta cero a cambio de dejar el suministro energético del país abierto a los avatares del mercado del Petróleo? ¿Queremos un país austero energéticamente en el que se limite el uso del vehículo privado, se controle la temperatura y la luz de los hogares, se límite el uso de aparatos electrónicos,…? Esto es lo que hay que decidir y no es sencillo ni lineal ni infalible ni sobre todo unipersonal. De hecho personalmente no lo tengo nada claro.

Debatamos con criterio, debatamos sin demagogia elijamos y asumamos sin reproches las consecuencias de la opción elegida.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema es quién debate. Los politicos no podrian debatir ni del mecanismo de un chupete, harían demagogia, pero lo triste es que los supuestos técnicos están politizados y puedes leer teorias de un lado y de otro, y la sociedad para que debatir. Mientras el resto de paises se plantean las cuestiones a muy largo plazo aquí seguimos la filosofia de vive el momento y que se jodan los que vengan