Una historia entre las historias

24 de agosto de 2010

Una de las tareas previstas para sobrellevar el extraño periodo estival que me ha tocado vivir este año era la de atender de forma intensiva una de mis aficiones más queridas, el cine, que por causas de la vida tenía bastante desatendida últimamente. En los últimos meses había estado acumulando de forma compulsiva cintas, ficheros, DVDs,… escogidos, llegados de forma fortuita o recomendados por algún alma cándida que me estaban causando un profundo agobio al no poder visualizar así que con todo ello instalado en mí querido MacBook me fui a disfrutar del tiempo de parón y así ponerme al día.

En una calurosa noche de primeros de Agosto en la que uno estaba algo cansado, con sueño de la noche anterior y con pocas fuerzas también para zambullirme en el libro que por entonces me acompañaba, decidí atender alguna de esas películas que almacenaba en los rincones de mi disco duro. Dada la situación intenté buscar alguna de esas sin verdadero interés de forma que no importara quedarse dormido a la mitad (algo que irónicamente es muy raro que me ocurra). La búsqueda resultó infructuosa porque la mayoría de los títulos que aparecían ante mi vista eran títulos que quería tener en mi cerebro así que me centré en aquellos que no tenía la más remota idea de que guardaban detrás. En concreto me centré en uno que rezaba: “The Story of Anvil” y que desconocía de donde había salido o quien me había dejado.

Los primeros segundos de la cinta, plagados de poses y prototípicos gestos del heavy-rock más ochentero que se puede encontrar, me hicieron esbozar una sincera sonrisa que parecía suponer el preámbulo de unas cuantas risas. Aquel aparente falso documental parecía una suerte de “This is Spinal Tap” revisado lo cual era algo para lo que mi cuerpo estaba preparado. Los últimos segundos de la misma cinta corrieron al lento ritmo de unos párpados que intentaban no derramar más lágrimas mientras uno intentaba sin éxito sujetar el nudo que tenía en la garganta.

“The Story of Anvil” es probablemente el mejor documental-película sobre música que jamás haya visto. Una visión brutal, descarnada y honesta sobre la pasión por la música, el reverso tenebroso del negocio, la suerte como principal instrumento, la derrota, la pasión, la humillación, el amor por lo imposible, la extravagancia sin glamour, la insoportable levedad del talento, los caprichos del destino, la alegría, la tristeza, el éxito y el fracaso. Jamás me he visto tan reflejado sobre algo con lo que tan poco tengo que ver. Cuando acabé mi sentido e inesperado visionado me quedé duro, sin ánimo para dormir y apenas pude conciliar el sueño después. Touché. Estaba tocado. Acababa de ver un fabuloso y genial “falso”-documental que a modo de película y a través de una música que no me gusta nada mostraba sin embargo con dañina crudeza la realidad de una de las cosas que más quiero en este mundo: la música. Un fastuoso derroche de talento en manos de un hábil director y unos personajes bien trazados y con recursos.

Pero la cosa tenía truco como pude comprobar cuando días después tuve acceso a internet.

A pesar de haberme criado en zonas de barrio obrero (el Puente de Vallecas, por ejemplo) reconozco mi aversión entonces, indiferencia ahora, por lo que todo el mundo conoce como Heavy y sus seguidores conocen como Rock. Más allá de las camisetas de Iron Maiden, Anthrax, Metallica,… que componían el escenario alrededor durante mi infancia, el desconocimiento que profeso sobre esa parte de la música moderna es mayúsculo. Jamás podría haber sabido por ello que el grupo canadiense de heavy-rock que aparece en la película es real. De hecho no es que sea real el nombre del grupo sino que todo lo que aparece en la película es real. Ocurrió y ocurre. Lejos de ser un documental de coña es una cinta de no ficción que recoge los momentos más sentidos de un enamorado de la música que se resiste a ser arrastrado por el rodillo de la cruel realidad. Cuando supe que el documental era verdadero me di cuenta de que la película es todavía incluso mejor de lo que pensaba y que el talento de sus creadores tiene todavía más mérito. Estoy acostumbrado a tratar la ficción increíble para que parezca realidad pero no estaba preparado para ver presentar la realidad creíble con trazas de ficción.

Olvídense de si son amantes del Heavy o no, olvídense de esos documentales coñazo tan al uso que pretender demostrar al espectador que es imbécil y olvídense de pensar que la no ficción no es cine. “The Story of Anvil” es una película que cualquier aficionado a la música (cualquier tipo de música), cualquier persona que alguna vez se ha aferrado a un sueño contra viento y marea, debería ver.

2 comentarios:

Samuel Tristán dijo...

Metal on metal, man! Coincido contigo, realmente emotiva, aunque en ocasiones enfrentarse a personajes tan idealistas y soñadores me provoque una terrible impotencia, una sensación de vacío y de pérdida ante una ilusión que nunca he tenido por nada, y que tampoco se puede forzar. Total, que a través del heavy más hortera, me acabé enfrentando a mis propios fantasmas. Y echarse un ratito viendo también "Smile" el DVD de Brian Wilson también es muy recomendable.

Y luego lo mejor será ponerse a llorar sinceramente

Jose Luis POP dijo...

Estupenda peli. Gracias por la recomendación. He pasado un gran rato.

Y aprovecho para felicitarte que creo que por fín acabas de alcanzar tu mayoría de edad...

Un abrazo!.