Esa noble profesión

24 de agosto de 2009

La primera vez que visité los Estados Unidos, hace ya bastantes años, me llamaron la atención muchas cosas de las que allí vi, algunas para bien y otras para mal. Una de las peores, sin duda, fue la de comprobar con sufrido estupor en que consistía la prensa del país más “occidentalizado” y “desarrollado” del mundo. Ante mi aparecía una especie de pátina del mismo color con muy pocas diferencia de matiz que no hacía más que reflejar lo que en definitiva es el mono-cromado de la democracia estadounidense (y por ende de toda democracia “occidental” que aspira a serlo). Y eso era en lo que respecta al periodismo de elite dirigido a esa minoría con un engañoso interés proactivo por enterarse de lo que pasaba a su alrededor. En lo que respecta al periodismo gratuito de uso diario y común (televisión, radio,..) el panorama era bastante más desolador del esperado ya que la actualidad era invariablemente un día tras otro una sucesión de cataclismos naturales, muertes violentas de las formas más insospechadas y las estupideces al margen de cualquier ideología que unos políticos se decían contra otros.

Hoy, sin que sea habitual, me he levantado muy temprano en un recóndito pueblecito entre montañas alejado del mundanal ruido y conduciendo he llegado a Madrid a la hora en la que la gente de bien se levanta para llevar el pan a su casa. Entre centros comerciales infinitos de accesos infernales, interminables urbanizaciones en la “calidad de vida” con vallas y pinos pero sin servicios adecuados ni alma o noticias sobre incendios, epidemias, asesinos de telefilm y políticos que se insultan sobre quien ha comprado los trajes de quien me he dado cuenta de que nuestro país se parece cada vez más a la peor versión de los Estados Unidos que yo recuerdo.

La panadería es una noble profesión que tiene su ciencia, su aprendizaje, su código, su ciencia y su orgullo al igual que debe serlo el periodismo pero los periodistas actuales tienen tanto de de periodistas como tienen de panaderos los pobres inmigrantes que venden pan mal descongelado en alguna macro cadena alimenticia de grandes beneficios. Unos y otros despachan únicamente lo que, vete tú a saber cómo, ha cocinado otro.

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