Desequilibrado desequilibrio

11 de marzo de 2009

Ayer estaba escuchando distraído una de esas típicas y “ecuánimes” tertulias nocturnas formada por una pléyade de petulantes ideólogos que mientras hablan de la terrible crisis, como no, nos adoctrina al pobre vulgo sobre lo que tenemos y no tenemos que hacer, cuando entendí algo que me hizo prestar atención. Durante muchos minutos estuvieron soltando soflamas catastrofistas sobre el resultado de la galopante crisis y lo remoto que había que remontarse para buscar algún equivalente en la historia, lo cual es algo que lejos de asustarme he aprendido a ignorar a fuerza de escucharlo y debido a la poca credibilidad que para el que escribe tiene el sobrevalorado gremio contemporáneo de las ciencias de la comunicación, pero sin embargo no pude abstraerme de la soflama de un venerable anciano que estaba allí sentado en calidad de “listus máximum” mientras el resto de ilustres contertulios asentía con la cabeza. Intentando bucear entre su florido discurso la lectura que se entresacaba era la de que esta crisis, en realidad, era el resultado de una mala valoración de la riqueza. Es decir, según se desprende de la inteligencia que este buen hombre conserva bajo sus canas, resultaba que la ciudadanía tenemos más dinero del que nos corresponde y todos deberíamos ser más pobres para equipararnos a la realidad. Como “irrelevante” matiz, siguiendo la línea de lo que subrepticiamente se escucha estos días, la solución pasaba por un periodo de cinturón prieto, congelación y/o reducción de salarios y aumento “solidario” de la capacidad de trabajo, es decir tolerar lo que en los tiempos en los que el mismo señor iba a la universidad se llamaba explotación laboral. El tipo se quedó tan ancho y supongo que dando ejemplo volvería en taxi a su urbanización con vigilancia privada desabrochándose el cinturón después de una opípara cena.

Nadie replicó. Había representantes de todos los periódicos madrileños pero nadie se preocupó de matizar, reprobar, comentar o poner en duda una teoría que dejaba en tan mal lugar a los millones y millones de trabajadores de este país. El anarquista asocial que llevo dentro entendía que esto no era más que otro mensaje mentiroso desde la patronal (y sus compinches disfrazados de oposición) para justificar lo que van a hacer en los próximos meses pero el chico educado al que han enseñado a escuchar respetando al contrario y asumiendo la posibilidad de que esté en lo cierto se puso a pensar sobre dicha afirmación. Asumiendo que lo que dice es verdad, que existe un desequilibrio entre la riqueza real y la aparente, tenemos que asumir que ese desequilibrio ocurrió alguna vez por alguna razón y que está localizado. Veamos los datos.

Desde 1999 a 2006 los beneficios de las empresas incluidas en el IBEX35 aumentaron en un 73%. En ese mismo periodo la aportación al PIB de las rentas salariales descendió un 3%.

Vaya. 73% de aumento en siete años es mucho pero resulta que el dinero no ha caído precisamente en las manos de los asalariados que pedalean todas las mañanas para conseguirlo. Parece que mientras los beneficios de las empresas más importantes de este país crecían un 73% en siete años (que se dice pronto) los sueldos de los trabajadores de esas mismas empresas a duras penas evolucionaban parejos al IPC (puedo dar fe de que en muchos casos lo hacían incluso por debajo). Es decir mientras las empresas eran un 73% más ricas sus asalariados eran un 3% más pobres. Supongo que este dato, público para cualquiera, no debía ser conocido por el venerable señor de las canas al pedirnos un “necesario” esfuercito. El desequilibrio es obvio y está localizado pero si los grises asalariados de las mejores empresas del país ya sufrían la política de contención de sueldos desde hace 7 años y además en momentos de gran bonanza, ¿dónde se han ido todos esos beneficios? ¿Dónde están? ¿Quién tiene todo ese dinero que desequilibra la balanza?

En 2006 había 6 millones de trabajadores con rentas brutas por debajo de los 18000€ y unos 4 millones de trabajadores cuya media salarial era de 22000€. El sueldo medio de un consejero se estima que es de 540000€ anuales, es decir hacen falta echar a más de 30 trabajadores de entre los 6 millones que cobran por debajo de 18000€ para pagar el sueldo de un consejero medio. En la siguiente tablita aparecen los sueldos de los directores de las principales empresas de este país donde no se incluyen gratificaciones, ni aporte a fondos de pensiones, ni bonificaciones, ni retribuciones en especie. No hace falta hacer la cuenta para entender que las comparaciones sobrepasan el calificativo de pornográfico.


Parece evidente donde se plasmó el desequilibrio y donde ha quedado almacenado. Parece evidente también por donde habría que empezar a contener, reducir e igualar. ¿Qué se juegan a que ocurre todo lo contrario? Me temo que el señor de las canas sabía algo que yo desconozco.

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