Se comenta que Hitler dijo una vez que si los judíos no hubiesen existido tendría que haberlos inventado. Los humanos somos así, necesitamos referencias. Tener claro cuál es el norte y cuál es el sur. Los bebés que no duermen con la cabeza pegada a la cuna se encuentran desorientados. Los poderes económicos disfrazados de poderes militares también, así que necesitan tener claro quién es considerado amigo y quién es enemigo. Da igual si lo son realmente o no. Da igual si a mitad de partido se cambian la camiseta, lo importante es que alguien lleve la camiseta y que ésta sea visible.
En el caso del paradigma de la civilización occidental a la que todos tendemos, la norteamericana, el tema de la simplicidad de símbolos es todavía más importante. Es lógico pensar que una red internacional tan poderosa como Al-Qaeda, capaz de lo que ha sido capaz, es realmente un monstruo difícil de individualizar. Como los mercados de Wall Street, la fe cristiana o la democracia francesa son entidades poderosas que transcienden a sus creadores pero los siempre simplificadores americanos (y nosotros sus huestes) no estamos en esa línea. Osama Bin Laden encarnó en su constreñido cuerpo físico la representación del mal y todos los males. En toda su pureza. Osama Bin Laden, un tipo del que jamás leímos más que a través de interpretaciones, jamás escuchamos directamente y al que jamás vimos más allá de unos pésimos vídeos de guerrilleros que dormían en la montaña, era y es la encarnación del mal.
Eso si, el ajado tipo de opípara pelambrera que vivía escondido en el más recóndito del más recóndito de los desiertos, que comía las raíces del desierto, dormía de pie sobre piedras calizas a la intemperie de los fríos resulta que estaba viviendo como Dios en una urbanización de lujo con Digital +, piscina y damas de compañía oficializadas a esposas.
La “lícita” lucha contra el terrorismo islámico no consistió a partir de entonces en tratar de entender y/o controlar los flujos económicos entre los musulmanes “buenos” y los “malos” o el fenómeno que se da por ejemplo en los barrios de Qatif en Arabia Saudita dónde los impetuosos jóvenes quieren liderar y lideran la inteligencia de la organización o en los hervideros de “guerreros” tan fáciles de encontrar en Pakistan o Palestina. No, el objetivo era cargarse a Bin Landen como así ha acabado ocurriendo para algarabía desacomplejada de los ciudadanos norteamericanos. ¡Qué bien conocen los políticos del Tío Sam a sus gentes!
Entrando a sangre y fuego en un país extranjero, cargándose a los que estaban allí dentro y tirando después los despojos al mar. Así es como lo hacen las cosas los demócratas a diferencia de los terroristas. Eso si, la misión contra el mal por lo menos ha servido para que servidor aprenda un nuevo eufemismo que desconocía: ejecución extrajudicial. Pudiendo decir asesinato “justificado” también son ganas de complicarse.
Un señor que apareció cuando la economía de Bush se marchaba por el retrete y que indirectamente sirvió para reconducirla, desaparece ahora que la popularidad de Obama marchaba por el mismo camino para también indirectamente, claro, para reconducirla por la buena vía. Curioso.
No seré yo, un inocente y atribulado tontolaba que vive en tontolabalandia, quien ponga en duda nada de la versión oficial pero está claro que si Bin Laden no hubiera existido tendríamos que haberlo inventado.
1 comentarios:
Totalmente de acurdo con tigo, ya se sabe como es la "moralidad" americana, pero no te parece más triste el intento de justificación de los papanatas de éste lado del óceano. A mi me da grima, para unas cosas el fin justifica los medios ( como en este caso), pero en otros, si pueden sacar taja (vender periódicos, estar todos los putos días de tertulianos...) pues el fin no justifica los medios , y ni "coloraos".
En fin así nos va.
Un placer como siempre el leer tu objetivo análisis de la realidad.
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