Aburridas coincidencias

27 de agosto de 2013

Una de las grandes frustraciones de mi vida contemporánea es esa intensa sensación de no estar dedicando el tiempo que merece a una de mis pasiones de todos los tiempos: el cine. Cierto es que el día está limitado a 24h, que hago otras cosas, que el mejor cine de lo que va de siglo se está haciendo en televisión (y ese si lo sigo con intensidad), bla, bla, bla... pero la realidad es que uno no puede quitarse esa desagradable sensación de la cabeza. 

Desde hace muchos meses tenía comprado en casa (y sin abrir el plástico) una película de esas que en su día me quede con ganas de ver: I love Huckabees. No es raro encontrar cosas con el plástico puesto por mi casa y más en estos días en los que encontrar dos horas para uno mismo es prácticamente una quimera. Es muy probable por tanto que en ese mismo estado hubiese seguido muchos meses más de no ser por dos cosas. La primera, menos importante, es que el director de la cinta es David O. Russell, el responsable de la encantadora (y para muchos probablemente moñada) Silver Linings Playbook. La segunda, más importante y el motivo por el que en su día me compré ese DVD, es que la banda sonora es de Jon Brion, uno de mis ídolos. Comprarse una película por el autor de la banda sonora es muy friki, lo sé, pero eso puede que demuestre la sincera admiración que siento por este misterioso músico, autor también de las bandas sonoras de Magnolia, la maravillosa The Eternal Sunshine of the Spotless Mind o el reciente corto de animación The Blue Umbrella. La música no decepciona. Es fantástica, a la altura y con la firma inconfundible de su autor. Lo que sí decepciona, al menos para mí, es la película. Quiero y no puedo. Una ensalada de conceptos psicológicos de garrafón cosidos a una presunta comedia de enredo, loca y absurda, que perfumada con clichés conocidos del cine independiente resulta demasiado artificial como para que enganche. Ni el elenco de buenos actores, ni el aspecto, ni la música logran que la emoción de los primeros cinco minutos se diluya poco a poco como azúcar en el agua. Una pena. Parecía otra cosa y tenía todos los elementos para serlo, pero no lo es. Eso sí, conseguiré el CD con la banda sonora. Lo juro.

@milnobrion/@lukahboo

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