Dicen los señores de la tele que esa entelequia que el común de los mortales denomina con toda impunidad “mercados”, concepto que por otro lado todo el mundo parece entender sin mayor explicación, ahora tienen la confianza que necesitaban. Al parecer han bastado unas sabias y lacónicas palabras del estratega Rajoy diciendo que le va a subir los impuestos a todos aquellos que ya los pagan para que nadie, ni siquiera los mercados, se cuestione nada más.
Los sesudos analistas, ese gremio aferrado a su suerte y que en tiempos de cibernética globalización siguen entendiendo y explicando el mundo con las reglas de sus tiempos de juventud, cuando con ardor guerrero corrían delante de los grises (o eso dicen), repiten con gesto taciturno el mantra de la necesidad. Del no quedar otro remedio. Del hacer las cosas que hay que hacer y demás estupideces de Perogrullo.
Pero es que uno, que pasaría por ser de naturaleza ácrata entre ese grupo de diestros paladines del deporte posmoderno de ir de humilde sin serlo, no se traga la cantinela. Me encanta el Tango y la Milonga pero postrado en el bandoneón de Piazzola o en la quejosa voz de Roberto Goyeneche y no disuelto en la saliva de tanto comercial disfrazado de notario de la realidad. Ahí me repugna. ¿Qué no hay otras formas para aumentar la recaudación y recortar el déficit? Permítanme que emita la mayor de mis carcajadas ¿En un país con una tasa de paro oficial en la media del continente africano pero en el que no existen disturbios por las calles? ¿En un país dónde en tiempos de crisis aumenta la venta de coches de lujo? ¿En un país dónde hay señores que pueden meter a sus hijos en los buenos colegios públicos o concertados por tener un punto de renta pero viven en casas de museo y les llevan al mismo en su radiante Lexus? ¿En un país dónde cualquiera te pregunta si quieres o no quieres factura sin que se le caiga la cara de vergüenza? ¿En un país dónde todo el mundo entienden que puedas pagar los servicios sin aplicar el IVA?
Miren, la semana pasada llegaron a mi cabeza dos noticias aparentemente inconexas. La primera me llegó a través de un programa de televisión que mostraba el sector inmobiliario en la actualidad o eso creo porque apenas vi unos minutos. En ese poco tiempo mostraron como una señora acudía a una agencia a comprar un piso con dinero al contado. La señora no trabajaba. Lo hacía su marido. Fontanero. Más de 10000€ al mes decía que cobraba. La segunda notica me llegó por la radio y es más conocida. Una madre coraje había recolectado 7000€, si no recuerdo mal, para poder pagar tres o cuatro meses el sueldo de una investigadora de elite cuyo trabajo estaba enfocado a la diabetes (y que ya no pagaba la administración debido a los recortes que dan confianza a los mercados).
Con todo el sincero respeto del mundo que tengo por todas las profesiones me parece digno de análisis el que yo sea un ciudadano de un país en el que un investigador de vanguardia cobre cinco veces menos que un fontanero. Y si, aunque sé que eso tiene un punto demagógico (aunque si abren su mente verán que no tanto) y que le importa más bien una mierda a los mercados (que para mí es un concepto que tiene la cara de todos esos listos que se cuelan por las mañanas en la M-30) si creo que debería importarle a esos estrategas, esos Don Tancredos de los mismos mercados, que dicen llamarse políticos. Si no es así sería más higiénico y sensato que dejasen directamente el mando en aquellos que ya lo ejercen y así dejaran de engañarnos con cantinelas sobre la moralidad, la justicia, el derecho y la democracia. Entre otras cosas porque lo más triste del asunto es que la subida de impuestos le afectará significativamente a la pobre investigadora (enganchada por el sistema “democrático” al tener nómina) pero dudo que le afecte demasiado al señor Quiereustedfactura.
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