Me estoy cansando de escuchar la crónica de la vida desde el lado de los ganadores cuando resulta que en el fondo no he ganado. Me molesta la gente que mira por encima del hombro incluso aunque sea yo mismo el que lo haga.
Democracia y libertad son dos latiguillos que se repiten por doquier a este lado de la “frontera” desde que el mundo es mundo (es decir, desde la segunda guerra mundial). Como hipócritas profesionales que somos todos los que estamos en este barco del primer mundo nos sentimos los paladines de tan magnánimos conceptos y nos sentimos legitimados para criticar a los que los desprecian. Sin despeinarnos un solo pelo asumimos (y defendemos, con dos cojones) que la relatividad moral de toda es sin embargo una verdad absoluta… pero variando el concepto de verdad.
Hace unos días, por ejemplo, demonizaban a esa representación de Belcebú para “el mundo occidental” que representa Hugo Chavez (un personaje que por otra parte no despierta ninguna simpatía en mi persona sino más bien todo lo contrario) denunciando la insultante falta de democracia en su país, al que califican de dictadura (y no seré yo quien lo desmienta) aduciendo que en unas elecciones en las que presuntamente la oposición había obtenido más votos resultaba que el gobierno sacaba tres veces más escaños que la oposición.
Tiene gracia (en realidad no la tiene en absoluto) que dicha denuncia venga de un país, el nuestro, en el que en sus últimas elecciones democráticas (por ejemplo) ocurrió exactamente lo mismo. Izquierda Unida obtuvo claramente más votos que CiU en aquel momento (“solamente” un 24% más) pero sin embargo no es que sacase tres veces menos escaños como en Venezuela sino que sacó casi 6 veces menos. ¿La razón? Exactamente la misma: la partidista jurisdicción elegida según un curioso concepto de la democracia para el reparto de escaños.
¿Beneficiados de la “trama”? Exactamente los mismos aquí que en Venezuela: el gobierno que gobierna. CiU hubiese obtenido exactamente los mismos escaños de existir una única jurisdicción electoral en España como ya demostré aquí con matemáticas (lo mejor para demostrar estas cosas). Los escaños “robados” a IU no hay que buscarlos entre los nacionalistas sino que hay que buscarlos entre los que "legítimamente" tienen los dos partidos grandes PP y PSOE.
¿Quién vigila al vigilante?
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