Leía esta semana, no recuerdo donde, que en los próximos días el parlamento europeo tomará una decisión al respecto de una propuesta que ha llegado a la cámara sobre la gestión de los derechos de autor, proponiendo extender el periodo durante el que los autores pueden recibir royalties desde los 50 años después de publicada la obra (lo que marca la ley en la actualidad) hasta los 90. La noticia en cuestión no dejaba muy claro quien había llevado tan imperiosa “necesidad” al parlamento europeo pero pondría mi mano en el fuego a que no lo ha hecho ningún autor. No al menos los autores que yo conozco.
Que la hipocresía es la gasolina que mueve la política contemporánea es algo que tengo tan asumido que no me sorprende en absoluto cuando ejemplos tan claros aparecen a la palestra pero me sigue indignando que en los medios de comunicación se debatan todavía supuestas propuestas que no los son basándose en reglas que no tienen nada que ver. Independientemente de quien llevase esta propuesta al parlamento la intención es clara, no tienen nada que ver con los autores y tiene un único beneficiado: las grandes discográficas.
Los derechos de autor en el mundo de la música (el resto de escenarios los desconozco) es un tapiz de injusticia tan terrible, vergonzosa e incomprensible que da bochorno hablar de ello. La gestión de algo tan etéreo como el beneficio económico que puede generar el uso de una obra está regulado por una red de leyes-mentira, hipótesis-falsas y vericuetos legales que hace que la comprensión directa por parte del autor sea realmente incomprensible. Es así: tú escribes una canción, la registras en la SGAE y si no haces nada más no recibes un solo duro el resto de tu vida. ¿Por qué? Pues porque no sabes lo que te corresponde, ni lo que genera tu obra, ni a quien se lo tienes que reclamar, ni en concepto de qué y además tu canción no la pondrán en ningún sitio por muy buena que sea. Parece lógico pensar que la SGAE debería hacer esa labor por ti pero no es así pero la SGAE tiene cosas más importantes que hacer manipulando políticos, inventando argucias para sus amigos o directamente tratando de “blanquear” el dinero que “roba” a los autores que no tienen pedigrí. No señores, para que un autor recibe dinero por su obra tiene que pagar el peaje establecido y debe contratar a un intermediario que se preocupe de gestionar sus derechos (ejem). Esta figura se conoce como “editoriales” y son unas empresas que se dedican a controlar el dinero que generan las obras, reclamarlo además de cobrar por hacer este servicio, claro está. En lugar de cobrar tarifas fijas, como todo hijo de vecino, por una labor puramente burocrática estos señores fueron más inteligentes y decidieron en su día cobrar un porcentaje de los propios derechos de autor que generara la obra. De esa forma pueden cobrar sin mover un dedo o pueden decidir mover los dedos exclusivamente por aquello que les merece la pena. ¿Saben ustedes cuales son los honorarios de las editoriales por este concepto? Pues si van a la SGAE y piden un contrato tipo de editorial les darán un papel en el que observarán con estupor que el porcentaje establecido es del 50%. Es decir de cada dos euros que genera el autor, ¡en concepto de derecho de autor!, una es para la editorial por pasar por allí. El porcentaje, como todo, es negociable pero no crean que baja muchas veces del 40%.
Pero en esa tupida e incomprensible red que ha creado el negocio de la música el animal más listo de todos es la compañía discográfica que viendo la forma que tomaba el panorama decidió crear sus propias editoriales como parte del emporio y de esa forma a la vez que los artistas firmaban el contrato discográfico, firmaban también con los mismos el contrato editorial (generalmente es obligatorio) con lo que los señores de corbata se aseguraban un suculento mordisco de los derechos de autor de sus estrellas. Estos derechos se generan por ejemplo apareciendo la canción en una película, un anuncio, un programa de televisión, etc… ¿Creen ustedes que este tipo de cosas se quedan al gusto de los “artistas”? Pocas veces. En general la música que aparece en este tipo de sitios masivamente suele deberse a una encarnizada lucha de influencias y poderes entre las editoriales/discográficas para colocar su producto. Lógicamente es una lucha que ni se basa en la calidad del mismo ni en su potencial artístico sino en quien tiene los derechos y cuanto se puede sacar por ellos. El autor de hecho ni se entera la mayoría de las veces.
Decía la noticia que la medida favorecería al autor puesto que después de 50 años el artista en cuestión estará jubilado y sus ingresos serán menores con lo que esta medida podría ayudarlo. Hacía muchos años que no leía o escuchaba una gilipollez tan grande en un medio de comunicación y mira que salen gilipolleces a lo largo del día pero decir algo así no sólo no se sostiene sino que atenta contra la inteligencia del receptor de la noticia. Díganme un solo artista que tenga una obra dándole dinero en calidad de derechos de autor más de 50 años y que no sea ya millonario. Díganme un solo artista que empiece a recibir dinero por derechos de autor sobre una obra que escribió 50 años atrás. Es absurdo. Los grupos que generan royalties 50 años después son las grandes estrellas y/o gente que ha vendido ya el 100% de sus derechos hace tiempo.
¿Por qué ahora? ¿Por qué 50 años es poco y 90 no lo es? Muy fácil, porque el rock & roll nació en los años 50 y el gran pastel del negocio de la música algunos años después, es decir hace 50 años. Están a punto de caducar los derechos de autor de muchas canciones de Elvis, de los Beatles, de los Rolling Stones y de todo lo que vino después con lo que la cantidad de dinero que se debería dejar de cobrar en calidad de derechos de autor es simplemente brutal. De eso tienen miedo en el parlamento europeo, de que las discográficas pierdan otro suculento pedazo de un suculento pastel cada vez menos suculento. Un pastel que ellos mismos se han dedicado a corromper, envenenar, desnaturalizar o prostituir y que la avaricia y la estupidez humana han terminado de finiquitar.
Que la hipocresía es la gasolina que mueve la política contemporánea es algo que tengo tan asumido que no me sorprende en absoluto cuando ejemplos tan claros aparecen a la palestra pero me sigue indignando que en los medios de comunicación se debatan todavía supuestas propuestas que no los son basándose en reglas que no tienen nada que ver. Independientemente de quien llevase esta propuesta al parlamento la intención es clara, no tienen nada que ver con los autores y tiene un único beneficiado: las grandes discográficas.
Los derechos de autor en el mundo de la música (el resto de escenarios los desconozco) es un tapiz de injusticia tan terrible, vergonzosa e incomprensible que da bochorno hablar de ello. La gestión de algo tan etéreo como el beneficio económico que puede generar el uso de una obra está regulado por una red de leyes-mentira, hipótesis-falsas y vericuetos legales que hace que la comprensión directa por parte del autor sea realmente incomprensible. Es así: tú escribes una canción, la registras en la SGAE y si no haces nada más no recibes un solo duro el resto de tu vida. ¿Por qué? Pues porque no sabes lo que te corresponde, ni lo que genera tu obra, ni a quien se lo tienes que reclamar, ni en concepto de qué y además tu canción no la pondrán en ningún sitio por muy buena que sea. Parece lógico pensar que la SGAE debería hacer esa labor por ti pero no es así pero la SGAE tiene cosas más importantes que hacer manipulando políticos, inventando argucias para sus amigos o directamente tratando de “blanquear” el dinero que “roba” a los autores que no tienen pedigrí. No señores, para que un autor recibe dinero por su obra tiene que pagar el peaje establecido y debe contratar a un intermediario que se preocupe de gestionar sus derechos (ejem). Esta figura se conoce como “editoriales” y son unas empresas que se dedican a controlar el dinero que generan las obras, reclamarlo además de cobrar por hacer este servicio, claro está. En lugar de cobrar tarifas fijas, como todo hijo de vecino, por una labor puramente burocrática estos señores fueron más inteligentes y decidieron en su día cobrar un porcentaje de los propios derechos de autor que generara la obra. De esa forma pueden cobrar sin mover un dedo o pueden decidir mover los dedos exclusivamente por aquello que les merece la pena. ¿Saben ustedes cuales son los honorarios de las editoriales por este concepto? Pues si van a la SGAE y piden un contrato tipo de editorial les darán un papel en el que observarán con estupor que el porcentaje establecido es del 50%. Es decir de cada dos euros que genera el autor, ¡en concepto de derecho de autor!, una es para la editorial por pasar por allí. El porcentaje, como todo, es negociable pero no crean que baja muchas veces del 40%.
Pero en esa tupida e incomprensible red que ha creado el negocio de la música el animal más listo de todos es la compañía discográfica que viendo la forma que tomaba el panorama decidió crear sus propias editoriales como parte del emporio y de esa forma a la vez que los artistas firmaban el contrato discográfico, firmaban también con los mismos el contrato editorial (generalmente es obligatorio) con lo que los señores de corbata se aseguraban un suculento mordisco de los derechos de autor de sus estrellas. Estos derechos se generan por ejemplo apareciendo la canción en una película, un anuncio, un programa de televisión, etc… ¿Creen ustedes que este tipo de cosas se quedan al gusto de los “artistas”? Pocas veces. En general la música que aparece en este tipo de sitios masivamente suele deberse a una encarnizada lucha de influencias y poderes entre las editoriales/discográficas para colocar su producto. Lógicamente es una lucha que ni se basa en la calidad del mismo ni en su potencial artístico sino en quien tiene los derechos y cuanto se puede sacar por ellos. El autor de hecho ni se entera la mayoría de las veces.
Decía la noticia que la medida favorecería al autor puesto que después de 50 años el artista en cuestión estará jubilado y sus ingresos serán menores con lo que esta medida podría ayudarlo. Hacía muchos años que no leía o escuchaba una gilipollez tan grande en un medio de comunicación y mira que salen gilipolleces a lo largo del día pero decir algo así no sólo no se sostiene sino que atenta contra la inteligencia del receptor de la noticia. Díganme un solo artista que tenga una obra dándole dinero en calidad de derechos de autor más de 50 años y que no sea ya millonario. Díganme un solo artista que empiece a recibir dinero por derechos de autor sobre una obra que escribió 50 años atrás. Es absurdo. Los grupos que generan royalties 50 años después son las grandes estrellas y/o gente que ha vendido ya el 100% de sus derechos hace tiempo.
¿Por qué ahora? ¿Por qué 50 años es poco y 90 no lo es? Muy fácil, porque el rock & roll nació en los años 50 y el gran pastel del negocio de la música algunos años después, es decir hace 50 años. Están a punto de caducar los derechos de autor de muchas canciones de Elvis, de los Beatles, de los Rolling Stones y de todo lo que vino después con lo que la cantidad de dinero que se debería dejar de cobrar en calidad de derechos de autor es simplemente brutal. De eso tienen miedo en el parlamento europeo, de que las discográficas pierdan otro suculento pedazo de un suculento pastel cada vez menos suculento. Un pastel que ellos mismos se han dedicado a corromper, envenenar, desnaturalizar o prostituir y que la avaricia y la estupidez humana han terminado de finiquitar.
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